lunes, 31 de agosto de 2009

Hoy he decidido no coger ningún vehículo motorizado y armado de mi mochila, cantimplora, la ropa necesaria para moverme con facilidad por el terreno y mis inseparables perros, he pensado recorrer el campillo.
Partiendo de la gasolinera, el final de la rambla del barrio de San Marcos ofrece una perspectiva poco vista de Orce y es que en general cuando sales a andar, no se suele mirar atrás si no más bien sólo al objetivo marcado como destino.
Y ¿cual es mi destino? ¿en la vida? no es el momento de reflexiones filosóficas, ¿para donde tiro?. Hacia Cola y después el camino del bosque y después...

Ya en el camino del bosque pasando el cortijo de Cola y más adelante el camino de la Tejera he visto la antena que está midiendo las direcciones y velocidades de los vientos al lado del cerro de la Tejera y me he propuesto verla de cerca.
Desviándome entre almendros del camino del Bosque he ascendido rápido y aunque no he llegado a la base de la torre mencionada antes me ha recompensado la vista de la olla que queda detrás del cerro gordo y entre el bosque y los Tornajos (según diccionario Hornajos).
Desde aquí se divisan los cortijos que antaño daban vida a esta zona y que para la cruz de mayo se convertian en centro de peregrinación hacia el cerro de la cruz. Novallas, Salsipuedes, el reformado Los Aros, Misindo o Muñoz reflejo de la actividad de esta zona en tiempos pasados.
Una vez en la cumbre ( cerca de los 1300 msnm) descenso buscando el camino que me conduzca otra vez al campillo, por cierto, menuda la vista que se observa hacia el norte de todos los llanos y la omnipresente Sagra al fondo.

Mi búsqueda es el camino que comunica la tejera con los anteriores cortijos mencionados, sobretodo, por la presencia en la Tejera del líquido elemento que la cantimplora hace rato que mengua por debajo de la mitad. Muy deteriorado por el paso del tiempo y por el no paso de vehículos sigo este camino hasta el cortijo. Los perros beben agua yo repongo el depósito y hacia Orce.
Atravesando el campillo y dirección hacia los calderones se da uno cuenta de la magnitud de la nube ( dícese del fenómeno atmosférico también llamado tormenta) de principios de agosto, diferentes indicios explican la potencia de la naturaleza, caminos limpios de tierra, piedras arrastradas y amontonadas en las lindes, suertes marcadas por las corrientes efímeras dejando tras de si lechos secos, vegetación tumbada por la corriente... soy de los que piensa que el agua siempre deja más que se lleva, claro que se lleva el trabajo en forma de infraestructura realizada por el hombre pero resulta muy bonito ver que en medio de un campillo con colores de verano tardio , donde el agua consiguió detener su camino, empapar la tierra y encontrar semillas dejadas por las modernas maquinarias, la naturaleza sigue su ritmo y rebrota dando un tono de excepcionalidad al verde nuevo de los brotes de cereal.
Sólo queda llegar, de los calderones hacia Orce por el barranco, después las cuevas, el muro y de nuevo la gasolinera, punto de partida y llegada del paseo.

sábado, 15 de agosto de 2009


Para los que viven, para los que vivieron, para los que pasan, para los que se quedaron, para los que vienen, para los que van, para los que repiten, para los que no volverán. Los paisajes que nos ofrece este pequeño municipio del altiplano de Granada, son inolvidables. A partir de estos momentos empezaremos a descubrirlos para el que no los haya visto nunca, los redescubriremos para los que ya los disfrutaron y para todos los admiraremos.