lunes, 28 de febrero de 2011
Excursión al Argerín
Recuerdo la primera vez. Recuerdo las vereas que marcadas por el trabajo de una mula bajando troncos nos marcó el camino hasta la fuente. Recuerdo la inclinación en la rambla. Recuerdo la vista desde el collado y me acuerdo de la satisfacción al llegar a la cima. Desde entonces, hace algo más de 20 años, no recordaba imagen a imagen la ascensión y aunque nos aventuramos una semana santa en subir, una niebla espesísima nos impidió contemplar las vistas. Pero desde este pasado verano se ha convertido en mi ruta predilecta. Con unos cuantos en septiembre subimos desde la morata, bellísima ruta que algún día repetiré En octubre y noviembre repetí en solitario. Me faltaba subir en invierno y con nieve y aunque con poca en la cumbre por la rambla hubo momentos en los que pensé en ponerme los crampones. Desde la cima pude observar todo el término, los alrededores y las lejanas sierras nevadas y en lo inmenso del lugar pensé lo poco que somos lo mucho que molestamos y en la próxima vez que te visitaré.
Excursión
Motivado en parte por lo desconocido del trayecto y en parte por el hecho de visitar a Monique en Fuente Nueva, cogí la bici, iluso de mí, y como casi siempre con los canes me planté en el cementerio para afrontar la etapa marcada. Buen día por temperatura y visibilidad. Las cosas se torcieron justo al empezar y es que la cuesta del Lazareto me reventó las piernas y empecé a pasear la bici. Una vez en el llano las vistas ganaban en espectacularidad, la Sagra, las de María y las de Orce marcaban el horizonte al norte, este y sur. En este instante supe la que sería la nueva aventura. El argerín, lo más alto en el termino de Orce me miraba desde la distancia y me invitaba a visitarlo en breve. Se arregló la etapa cuando en la llegada a Fuente Nueva la pendiente se hizo descendente y el descanso en la cueva de Monique recuperó mi maltrecho trasero. La vuelta hasta el pueblo por la vega y en falsa bajada fue eterna, serían las pocas fuerzas que quedaban, el pompis no acostumbrado, las piernas fatigadas, el caso es que al llegar de nuevo al camposanto encontré comodísimo el asiento del vehículo que me llevaría hasta casa.
Las vistas desde el llano, la espectacularidad de las sierras de María y Orce al atardecer con la nieve de dias anteriores, me recuerdan que no por lo cotidiano de verlas puedo olvidar la espectacularidad del territorio que nos rodea.
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